Asia Sudeste Asiático I
Publicado: 02 Sep 2014 18:08
Por José Mª García y Pilar Moreno
Tailandia Norte, Laos y Vietnam
TAILANDIA
El 23 de Noviembre de 2012 volamos desde Kathmandu (Nepal) a Bangkok (Tailandia). A día de hoy es imposible cruzar Tibet y Myanmar por tierra.
Después de haber rodado por países como Pakistán, India o Nepal entrábamos en Tailandia, el cambio fue increíble; calles limpias, todo ordenado, comida de todo tipo, asfalto en buen estado, conducción mas tranquila, gente infinitamente amable… y las tiendas 7Eleven que encuentras por todas partes. Sin duda empezaba otra etapa diferente en el viaje, donde todo es mas fácil.
Así es como enviamos la moto y cómo la recibimos en Bangkok. Montamos la rueda, cúpula, manillar y maletas y directamente la llevamos a BMW para las revisión de los 30.000 kms y el cambio de neumáticos.
Mientras la moto estaba en el taller aprovechamos esos días para hacer turismo por la ciudad, en Bangkok es imposible aburrirse, ¡nos gustó mucho!
Teníamos muchas ganas de rodar por el norte de Tailandia, un autentico paraíso para los motoristas; poco tráfico, temperatura agradable y buenas carreteras. Nos pusimos en ruta hacia Chiang Mai.
De camino paramos en Kachamburi, donde está el puente sobre el río Kuai (inevitable silbar la famosa canción de la película). Visitamos los museos de la segunda guerra mundial y el Hellfire Pass, nos explicaron que más de 120.000 personas murieron construyendo los 500 kms. de vía de tren construidos entre Tailandia y Myanmar, una gran parte eran soldados prisioneros y el resto mano de obra contratada por los japoneses
Otra parada obligada eran las ruinas de Sukotai, capital del primer reino siamés, entre 1257 y 1379, a pesar del agobiante calor, nos parecieron una pasada, están consideradas como una mini versión de Angkor.
En Chiang Mai nos instalamos unos días en Riders Corner, un restaurante motero que tiene sólo cinco habitaciones (normalmente para alojar a moteros).El dueño, Phillip Gibbins, de EEUU, nos aconsejó que rutas realizar por el norte de Tailandia y Laos. Es un auténtico enamorado de las dos ruedas y la navegación, se cansó de la estresante vida de broker en la ciudad de Nueva York y se fue a Tailandia donde se casó y ahora planea una vuelta al mundo navegando. Alucinamos con sus más de quince motos que tiene dentro del local.
Y aquí llegó uno de mis momentos favoritos del viaje: ¡alquilamos una moto para mi sola! Una Honda CRF 250, nueva y perfecta. Hicimos un bucle por el Mae Hong So Loop, en cuatro días recorrimos 800 kilómetros de carreteras con muchas curvas y algunos tramos offroad (no me caí ni una sola vez).
A 40 kms. de Mae Hong So, alucinamos con las mujeres “jirafa” de la tribu Karen. Ellas siguen una antigua tradición de tener el cuello lo más alargado posible. Para lograr su objetivo utilizan unas anillas metálicas que rodean el cuello hasta alargarlo a dimensiones increíbles.
La transformación comienza desde temprana edad, al colocarse aros en el cuello, paulatinamente mientras transcurren los años.
La vida de estas mujeres está marcada por sus collares. Nunca se los quitan. Ni para dormir, ni para lavarse, ni para comer… Quise sentir lo mismo que ellas y me colocaron una especie de collar ceñido al cuello, muy parecido a lo que ellas llevan. No aguanté ni dos minutos en agobiarme y tener que quitármelo….¡!
Dicen que el gobierno no les permite estar mucho tiempo fuera de la aldea, por los ingresos económicos que generan con los turistas.
Tras esos cuatro días cada uno con su moto, volvimos a Chiang Mai y entregué la Honda, casi con lagrimas en los ojos, bueno no tanto pero es que disfruté mucho con ella.
Nos habían recomendado pasar por la zona de Nan de camino a Laos y puedo decir que para mi es la mejor zona de Tailandia para ir en moto.
LAOS
Por el paso fronterizo de Chiang Kong, entramos en Laos, el río Mekong es frontera natural entre los dos países. Y después de tantos meses circulando por la izquierda, aquí volvemos al lado derecho.
La salida de Tailandia sin problemas, barco para cruzar el Mekong y la entrada en Laos fue rápida también, aunque encontrar la oficina de inmigración nos costó un rato ya que está separado de Aduanas en el centro de Huay Xai.
Al entrar en Laos enseguida te das cuenta que está mucho menos desarrollado que Tailandia. Laos, ese precioso país de gente humilde que vive en cabañas de bambú y madera, con mirada inocente, tímida y sobre todo muy educados.
Yo lo bauticé como “el país de los Cachorros” y es que al pasar por las aldeas me llamó la atención la cantidad de niños que hay por todas partes, los pollitos que casi atropellamos, perritos correteando y bastantes cerditos que transitaban el asfalto… si, todo en tamaño bebe.
Disfrutamos mucho, muchísimo en Laos, carreteras de montaña en mejor estado de lo que habíamos imaginado y con agradables paisajes; íbamos cruzando aldeas donde la población local te saludaba sobre todo los niños, que siempre con una sonrisa te gritan “Sabadee” (hola), como si una canción fuera siempre se me quedarán grabadas esas agradables voces.
Llegamos a lugares tranquilos como Nong Khiaw, a orillas del río…, equilibrio perfecto entre población local que sigue su vida ajena al turismo que les visita y la que vive de una Guest house o restaurante.
Hacia el sur y por una buena carretera de curvas llegamos a Luang Prabang también muy recomendable, se nota la influencia francesa en el estilo y la arquitectura de la ciudad y como en el resto del país, hay pan tipo baguette que tanto echábamos de menos.
Aquí gestionamos el visado para Vietnam; después de darle vueltas, habíamos decidido ir . En ese momento todavía no se podía entrar con tu propio vehículo extranjero por lo que la logística para llegar a Hanoi sería muy pesada.
VIETNAM
Dejamos la moto en un hotel de Sam Neua (Laos), y en un autobús local nos fuimos a Vietnam. Doce horas de carreteras infernales en un minibús que iba parando en cada pueblo cogiendo gente y carga, se quedó sin gasolina, se rompió dos veces y al hacer cambio de bus para llegar a la capital de Vietnam querían cobrarnos el triple por ser extranjeros… Todo esto ocurrió un 24 de Diciembre ¡que forma de empezar la Navidad y el nuevo país!
Llegamos a una estación de buses en las afueras de Hanoi a las 11 de la noche. Tardamos 40 minutos en conseguir un taxi que no nos quisiera timar y poder llegar al centro de la ciudad, donde nos alojamos en el primer hotel que vimos con luces encendidas. Era tan tarde que no encontramos nada para cenar, ¡nochebuena de ayuno! pero eso si: antes de irnos a la cama pudimos hablar con nuestras familias y con mi buena amiga Marta y David que andaban de celebración en “El Punto y aparte” de Santander.
El día de Navidad alquilamos dos Honda SL 230, el estado no era el mejor, 70.000 kms. y un escaso mantenimiento pero después de mucho buscar esto es lo único que encontramos.
El segundo día el cable de embrague de la moto de Jose se rompió, como siempre estas cosas pasan en el peor sitio, en medio de una pista de montaña y sin muchas horas de luz por delante. Teníamos un cable de recambio pero la funda estaba obstruida por algo. Sin embrague en la moto, Jose tuvo que conducir hasta el taller de un pueblo cercano. El dueño estaba bastante borracho, por suerte tenían el recambio que pusimos nosotros y pudimos continuar unas horas mas en ruta.
La ruta que hicimos durante esta semana fue desde Son La, pasando por Than Ayun para llegar a Sapa, el lugar mas turístico del norte de Vietnam. El tiempo no acompañaba mucho para disfrutar de sus famosos paisajes, bastante niebla, frío y lluvia algunos días.
Llegamos a Dong Vang, a tan solo 15 kms de China, esa noche no encontramos hotel y terminamos durmiendo en el salón de una casa donde habían puesto varias camas y compartíamos con dos parejas Vietnamitas.
En nuestra ruta conocimos a muchos moteros que viajan en Scooter. Las motos de gran cilindrada están prohibidas, según dicen los políticos: “son peligrosas”.
El Pho es el plato estrella de Vietnam, sopa de carne con verduras, aunque también puede ser de pescado. Yo no he llegado a probarla (Jose dice que está rico), he sido vegetariana en este país, ya que el primer día vi como mataban un perro y en los mercados es el producto mas vendido.
La nochevieja la pasamos en ruta durante el día e incluso parte de la noche. La pista se complicó demasiado, en algunos tramos eran autenticas trialeras. Así tuvimos que conducir durante varias horas.
A mi moto no le funcionaba el faro, a oscuras conduciendo entre las piedras, aún no se como pudimos salir de allí ilesos.
Al final logramos llegar a las 10 de la noche al lago Ba Be, alojarnos y cenar rápido porque el restaurante estaba a punto de cerrar. Fin de año de aventura y sin uvas.
El día 1 de Enero volvemos a Hanoi, increíble el trafico para acceder a la ciudad. Yo opté por la técnica de poner música heawy en mi casco, morder el pañuelo que llevo al cuello y seguir a Jose; Pufffffff una jungla: coches, motos y camiones por todas partes, no hay normas, todo vale.
Disfrutamos de tres días en Halong Bay, previamente contratamos el hotel y el barco para dormir en una pequeña isla cerca de Cat Ba Islan.
De los 15 días que pasamos en Vietnam nos queda un sabor agridulce, sacan lo peor de uno mismo. Tuvimos demasiadas discusiones por dinero, hasta el punto que una vez fue necesario llamar a la policía en una ocasión, algo que en ningún país del sudeste asiático nos había pasado.
¡¡¡VOLVEMOS A LAOS!!!
Llegamos al hotel de Sam Neua, donde habíamos dejado la moto hacía dos semanas. “¡No sabes cuánto te hemos echado de menos!”. Bueno, primero nos tocó saltar la valla del hotel y despertar a la dueña para que nos abriera la puerta. Cansados del duro día de autobús desde Vietnam, nos fuimos a dormir con ganas de que llegara el día siguiente y poder rutear por uno de nuestros países preferidos, Laos.
Tras dos semanas, volvíamos a disfrutar de nuestra GS. Os podéis imaginar el cambio después de conducir las destartaladas Hondas SL 230 en Vietnam.
Después del caos de tráfico y gente de Vietnam, Laos era el paraíso. Además, ese día disfrutamos de una buenísima ruta hasta Nong Khiaw, donde llegamos casi anocheciendo. Nos alojamos en las mismas cabañas con vistas al río en las que habíamos estado hace unas semanas.
Nos habían hablado de un pequeño pueblo, Muang Noi, al que sólo se puede llegar por el río, así que al día siguiente nos embarcamos en un pequeño bote-bus que nos llevó hasta allí. La tranquilidad era total, no había vehículos a motor y sólo una calle principal de tierra donde transcurre la vida del pueblo. Una pequeña y básica cabaña con vistas al río fue más que suficiente para disfrutar de Muang Noi.
Al día siguiente en el bote de vuelta a Nong Khiaw, conocimos a Robbin, escritor inglés que estaba de vacaciones en Laos. Hablaba español perfectamente porque había pasado largas temporadas en Latinoamérica y nos entretuvo contándonos historias de sus libros.
Después de volver a pasar por Luang Prabang, comenzamos a dirigirnos al sur, dirección Camboya. Primera parada, Van Vieng, curioso lugar donde la mayor atracción es el tubing, es decir, descender por el río en una cámara de vehículo como flotador; la mayoría lo hacen acompañando la excursión con grandes dosis de alcohol.
En Van Vieng había muchas guesthouses, hoteles, restaurantes y tiendas, era un pueblo para backpackers, el turismo lo había transformado y era muy distinto al resto de Laos. Esto siempre tiene ventajas, buenos precios y calidad aceptable por la competencia que hay entre negocios, pero también desventajas, porque empiezas a ver a mucha gente joven que sólo busca fiesta (en plan Benidorm). Parece ser que hace poco había habido una redada policial y militar por temas de drogas, y es que todos los años desparecía gente haciendo tubing por el estado en el que descendían subidos en el flotador. Si os lo preguntáis, nosotros no hicimos tubing en los dos días que estuvimos.
Una persona nos comentó que, hacía unos días, muchas BMW estuvieron por allí. Investigué y descubrí que BMW Motorrad había elegido Laos como escenario para el vídeo de la nueva GS de agua. ¡Una pena no haber coincidido con ellos! Sin duda, habían elegido muy buen sitio.
Seguimos rumbo sur. Ubicada a orillas del río Mekong, Vientiane es la capital de Laos. Con menos de 250.000 habitantes es casi tan tranquila como el resto del país. Es un ejemplo de ciudad clásica indochina de finales del siglo XIX.
Laos es el país que ha sufrido el mayor bombardeo de toda la historia. Desde el final de la guerra de Vietnam, más de 12.000 personas han sido víctimas de bombas que no explotaron cuando fueron lanzadas hace más de 40 años, haciéndolo mucho tiempo después. En Vientiane nos recomendaron visitar el Cope Center (www.copelaos.org) y la verdad es que nos impactó mucho. Es una organización sin ánimo de lucro que se dedica a ayudar a las víctimas que han sufrido los efectos de estas bombas. Impactantes videos y duro ver y escuchar lo que nos contaban algunas de las víctimas.
Nos hubiéramos quedado más tiempo en Vientiane pero teníamos ganas de moto, así que nos dirigimos a Kong Lo Cave, 300 kilómetros de ruta, perfecta de carretera de curvas y paisajes muy auténticos. Por suerte para nosotros, Laos no atrae mucho turismo de momento, eso hace que en sitios como la cueva de Kong Lo estuviéramos prácticamente solos. Hicimos la travesía en bote de madera a motor tardando 45 minutos en cruzar los 8 kilómetros de longitud. En algunos pasos la cueva tenía 100 metros de ancho. Una pasada de experiencia. Seguíamos dirección sur hacia Camboya, con la temperatura subiendo a medida que abandonábamos las zonas de montaña del norte de Laos.
Dirección Thakse sabíamos que nos esperaban algunos tramos off road y decidimos arrancar pronto por la mañana. Al final no eran zonas muy complicadas y llegamos pronto a una guesthouse que nos recomendaba la Lonely Planet. Opción buena, bonita y barata. Allí conocimos a Juan y Silvia, él español y ella italiana, buena gente que ahora viven en Sidney y que esperamos verles de nuevo en unos meses.
Para seguir bajando había dos opciones a decidir en Savannakhet, la carretera 13 o la 23. Según los mapas, las dos eran igual de relevantes pero no fue así. Nos decidimos por la ruta 23 ya que Tat Lo era nuestro destino y pasaba por allí. Fue poner rumbo este hacia Vietnam y empezar los agujeros en la carretera. Cuando circulas con una moto que sumando todo son más de 500 kilos, es importante tomárselo con calma, porque uno de esos agujeros puede suponer destrozar el neumático, la llanta o, peor, un accidente.
Cuando ya habíamos avanzado bastante, paramos a comer y preguntamos por la carretera a Salavan. La cara de una señora nos puso en alerta: “Daos la vuelta, porque no existe esa carretera”. “¿Cómo?”, pensamos. Preguntamos a un hombre y éste nos dijo que sí había, pero no asfaltada. Bueno, esa respuesta era mejor. Sobre el estado, ya no sabía decirnos. El problema es que sólo saben cómo están las carreteras los que viven cerca, lo cual es lógico y normal, y entonces ante las malas noticias toca o dar un ‘vueltón’ o echarle valor y probar.
Justo en la gasolinera del desvío, un local que hablaba inglés nos confirmó que era todo pista y que tardaríamos cinco horas en hacer los 120 kilómetros. “Ya será menos”, pensamos. Repusimos agua y algo de comida por lo que pudiera pasar y seguimos. Al principio, la pista estaba en buen estado e íbamos a buen ritmo: “En dos o tres horas llegamos a Salavan”, nos dijimos. Arribamos a un río con el puente destrozado. Unos niños nos indicaron que siguiéramos, que había una barcaza para cruzar. Sin duda, si hubiéramos sabido la que se nos venía encima, nos hubiéramos dado la vuelta, pero eso no se sabe hasta que estás dentro.
Después de un breve regateo, la barcaza nos cruzó los cien metros que había hasta la otra orilla. El cambio fue drástico. La pista estaba hecha mierda y por allí no pasaba gente y menos vehículos. Empezamos a circular a medias de 10 km/h: piedras enormes, subidas complicadas, ríos secos, etc. Pilar tuvo que bajarse y caminar unas cuantas ocasiones. Ya estaba claro, nos habíamos metido en un buen marrón y teníamos que salir de allí en buenas condiciones.
Llegó la noche y acampamos en… ¡¡en mitad de la nada!!. Es importante llevar siempre tienda, comida y agua si te vas a aventurar por sitios complicados o no muy transitados. Cocinamos unos macarrones y nos metimos en el saco.
A las 6:00 horas amanecimos y, después de unos cafés, vuelta a la pista. El GPS nos marcaba que Salavan estaba a 60 kilómetros, pero en línea recta. Uf, ¡a ver que nos encontrábamos! Nada más salir, tuvimos que superar varias zonas bastante complicadas. Si rompíamos algo importante, teníamos un buen lío y si nos hacíamos daño, no sé cómo íbamos a salir de allí y el hospital más cercano estaba a muchas horas, así que, conducción tranquila, ultraconservadora y sin prisas. Ante cualquier duda, bajarse, mirar y no precipitarse.
Por fin, después de cuatro horas más de duro off road con la GS, notamos que la pista iba mejorando ¡¡Yujuuuuu! Parece que íbamos a salir de ésta, se veían personas y cruzamos algún poblado en el que, al parar, todos sus habitantes nos rodeaban alucinando con la moto y con nosotros. Al llegar al asfalto, parada obligatoria para besarlo. Lo habíamos conseguido, pero había estado muy complicado. Creo que un poco más de dificultad y no habríamos podido pasar. Nos gustaría repetirlo, ¡pero con dos motos de enduro! Habíamos tardado diez horas en hacer los 120 kilómetros de pista.
Aunque ya teníamos cerca Camboya, no nos apetecía nada abandonar este país. De camino a la zona de las 4.000 islas, frontera natural entre Laos y Camboya, hicimos dos paradas, la primera noche en Ta Lo, sitio muy tranquilo con unas cataratas donde pudimos bañarnos, y la segunda noche en Champasak, junto al río Mekong. Visitamos Wat Phu, un templo cercano.
En la zona de las 4.000 islas hay tres posibles islas en las que quedarse, una grande y tranquila y las otras dos más pequeñas y más frecuentadas por mochileros. Lo teníamos claro, nos iríamos a la grande, Don Khon. Para llegar había que cruzar el Mekong y, después de mucho pensarlo, confiamos en una patera construida poniendo una plancha de madera sobre tres barcas del mismo material. Fue un momento duro cruzar, pero viendo la cara de tranquilidad del que nos llevaba, nos relajamos, aunque la idea de la GS hundiéndose planeaba por nuestras cabezas.
En Don Khon encontramos el sitio perfecto para despedirnos de Laos. Relax, días tranquilos a orillas del Mekong y algunos viajeros con los que compartir buenas conversaciones. Una visita de ida y vuelta a Don Det nos confirmó que habíamos elegido la isla adecuada. Mucho más mochilero ruidoso con ganas de fiesta allí. Y, con pena, llegó el día de abandonar Laos, un país perfecto para disfrutar de la moto, con muy buena gente, paisajes espectaculares y una infraestructura suficiente para disfrutar.
Enhorabuena!! desde GS life
Mas información en:
Tailandia Norte, Laos y Vietnam
TAILANDIA
El 23 de Noviembre de 2012 volamos desde Kathmandu (Nepal) a Bangkok (Tailandia). A día de hoy es imposible cruzar Tibet y Myanmar por tierra.
Después de haber rodado por países como Pakistán, India o Nepal entrábamos en Tailandia, el cambio fue increíble; calles limpias, todo ordenado, comida de todo tipo, asfalto en buen estado, conducción mas tranquila, gente infinitamente amable… y las tiendas 7Eleven que encuentras por todas partes. Sin duda empezaba otra etapa diferente en el viaje, donde todo es mas fácil.
Así es como enviamos la moto y cómo la recibimos en Bangkok. Montamos la rueda, cúpula, manillar y maletas y directamente la llevamos a BMW para las revisión de los 30.000 kms y el cambio de neumáticos.
Mientras la moto estaba en el taller aprovechamos esos días para hacer turismo por la ciudad, en Bangkok es imposible aburrirse, ¡nos gustó mucho!
Teníamos muchas ganas de rodar por el norte de Tailandia, un autentico paraíso para los motoristas; poco tráfico, temperatura agradable y buenas carreteras. Nos pusimos en ruta hacia Chiang Mai.
De camino paramos en Kachamburi, donde está el puente sobre el río Kuai (inevitable silbar la famosa canción de la película). Visitamos los museos de la segunda guerra mundial y el Hellfire Pass, nos explicaron que más de 120.000 personas murieron construyendo los 500 kms. de vía de tren construidos entre Tailandia y Myanmar, una gran parte eran soldados prisioneros y el resto mano de obra contratada por los japoneses
Otra parada obligada eran las ruinas de Sukotai, capital del primer reino siamés, entre 1257 y 1379, a pesar del agobiante calor, nos parecieron una pasada, están consideradas como una mini versión de Angkor.
En Chiang Mai nos instalamos unos días en Riders Corner, un restaurante motero que tiene sólo cinco habitaciones (normalmente para alojar a moteros).El dueño, Phillip Gibbins, de EEUU, nos aconsejó que rutas realizar por el norte de Tailandia y Laos. Es un auténtico enamorado de las dos ruedas y la navegación, se cansó de la estresante vida de broker en la ciudad de Nueva York y se fue a Tailandia donde se casó y ahora planea una vuelta al mundo navegando. Alucinamos con sus más de quince motos que tiene dentro del local.
Y aquí llegó uno de mis momentos favoritos del viaje: ¡alquilamos una moto para mi sola! Una Honda CRF 250, nueva y perfecta. Hicimos un bucle por el Mae Hong So Loop, en cuatro días recorrimos 800 kilómetros de carreteras con muchas curvas y algunos tramos offroad (no me caí ni una sola vez).
A 40 kms. de Mae Hong So, alucinamos con las mujeres “jirafa” de la tribu Karen. Ellas siguen una antigua tradición de tener el cuello lo más alargado posible. Para lograr su objetivo utilizan unas anillas metálicas que rodean el cuello hasta alargarlo a dimensiones increíbles.
La transformación comienza desde temprana edad, al colocarse aros en el cuello, paulatinamente mientras transcurren los años.
La vida de estas mujeres está marcada por sus collares. Nunca se los quitan. Ni para dormir, ni para lavarse, ni para comer… Quise sentir lo mismo que ellas y me colocaron una especie de collar ceñido al cuello, muy parecido a lo que ellas llevan. No aguanté ni dos minutos en agobiarme y tener que quitármelo….¡!
Dicen que el gobierno no les permite estar mucho tiempo fuera de la aldea, por los ingresos económicos que generan con los turistas.
Tras esos cuatro días cada uno con su moto, volvimos a Chiang Mai y entregué la Honda, casi con lagrimas en los ojos, bueno no tanto pero es que disfruté mucho con ella.
Nos habían recomendado pasar por la zona de Nan de camino a Laos y puedo decir que para mi es la mejor zona de Tailandia para ir en moto.
LAOS
Por el paso fronterizo de Chiang Kong, entramos en Laos, el río Mekong es frontera natural entre los dos países. Y después de tantos meses circulando por la izquierda, aquí volvemos al lado derecho.
La salida de Tailandia sin problemas, barco para cruzar el Mekong y la entrada en Laos fue rápida también, aunque encontrar la oficina de inmigración nos costó un rato ya que está separado de Aduanas en el centro de Huay Xai.
Al entrar en Laos enseguida te das cuenta que está mucho menos desarrollado que Tailandia. Laos, ese precioso país de gente humilde que vive en cabañas de bambú y madera, con mirada inocente, tímida y sobre todo muy educados.
Yo lo bauticé como “el país de los Cachorros” y es que al pasar por las aldeas me llamó la atención la cantidad de niños que hay por todas partes, los pollitos que casi atropellamos, perritos correteando y bastantes cerditos que transitaban el asfalto… si, todo en tamaño bebe.
Disfrutamos mucho, muchísimo en Laos, carreteras de montaña en mejor estado de lo que habíamos imaginado y con agradables paisajes; íbamos cruzando aldeas donde la población local te saludaba sobre todo los niños, que siempre con una sonrisa te gritan “Sabadee” (hola), como si una canción fuera siempre se me quedarán grabadas esas agradables voces.
Llegamos a lugares tranquilos como Nong Khiaw, a orillas del río…, equilibrio perfecto entre población local que sigue su vida ajena al turismo que les visita y la que vive de una Guest house o restaurante.
Hacia el sur y por una buena carretera de curvas llegamos a Luang Prabang también muy recomendable, se nota la influencia francesa en el estilo y la arquitectura de la ciudad y como en el resto del país, hay pan tipo baguette que tanto echábamos de menos.
Aquí gestionamos el visado para Vietnam; después de darle vueltas, habíamos decidido ir . En ese momento todavía no se podía entrar con tu propio vehículo extranjero por lo que la logística para llegar a Hanoi sería muy pesada.
VIETNAM
Dejamos la moto en un hotel de Sam Neua (Laos), y en un autobús local nos fuimos a Vietnam. Doce horas de carreteras infernales en un minibús que iba parando en cada pueblo cogiendo gente y carga, se quedó sin gasolina, se rompió dos veces y al hacer cambio de bus para llegar a la capital de Vietnam querían cobrarnos el triple por ser extranjeros… Todo esto ocurrió un 24 de Diciembre ¡que forma de empezar la Navidad y el nuevo país!
Llegamos a una estación de buses en las afueras de Hanoi a las 11 de la noche. Tardamos 40 minutos en conseguir un taxi que no nos quisiera timar y poder llegar al centro de la ciudad, donde nos alojamos en el primer hotel que vimos con luces encendidas. Era tan tarde que no encontramos nada para cenar, ¡nochebuena de ayuno! pero eso si: antes de irnos a la cama pudimos hablar con nuestras familias y con mi buena amiga Marta y David que andaban de celebración en “El Punto y aparte” de Santander.
El día de Navidad alquilamos dos Honda SL 230, el estado no era el mejor, 70.000 kms. y un escaso mantenimiento pero después de mucho buscar esto es lo único que encontramos.
El segundo día el cable de embrague de la moto de Jose se rompió, como siempre estas cosas pasan en el peor sitio, en medio de una pista de montaña y sin muchas horas de luz por delante. Teníamos un cable de recambio pero la funda estaba obstruida por algo. Sin embrague en la moto, Jose tuvo que conducir hasta el taller de un pueblo cercano. El dueño estaba bastante borracho, por suerte tenían el recambio que pusimos nosotros y pudimos continuar unas horas mas en ruta.
La ruta que hicimos durante esta semana fue desde Son La, pasando por Than Ayun para llegar a Sapa, el lugar mas turístico del norte de Vietnam. El tiempo no acompañaba mucho para disfrutar de sus famosos paisajes, bastante niebla, frío y lluvia algunos días.
Llegamos a Dong Vang, a tan solo 15 kms de China, esa noche no encontramos hotel y terminamos durmiendo en el salón de una casa donde habían puesto varias camas y compartíamos con dos parejas Vietnamitas.
En nuestra ruta conocimos a muchos moteros que viajan en Scooter. Las motos de gran cilindrada están prohibidas, según dicen los políticos: “son peligrosas”.
El Pho es el plato estrella de Vietnam, sopa de carne con verduras, aunque también puede ser de pescado. Yo no he llegado a probarla (Jose dice que está rico), he sido vegetariana en este país, ya que el primer día vi como mataban un perro y en los mercados es el producto mas vendido.
La nochevieja la pasamos en ruta durante el día e incluso parte de la noche. La pista se complicó demasiado, en algunos tramos eran autenticas trialeras. Así tuvimos que conducir durante varias horas.
A mi moto no le funcionaba el faro, a oscuras conduciendo entre las piedras, aún no se como pudimos salir de allí ilesos.
Al final logramos llegar a las 10 de la noche al lago Ba Be, alojarnos y cenar rápido porque el restaurante estaba a punto de cerrar. Fin de año de aventura y sin uvas.
El día 1 de Enero volvemos a Hanoi, increíble el trafico para acceder a la ciudad. Yo opté por la técnica de poner música heawy en mi casco, morder el pañuelo que llevo al cuello y seguir a Jose; Pufffffff una jungla: coches, motos y camiones por todas partes, no hay normas, todo vale.
Disfrutamos de tres días en Halong Bay, previamente contratamos el hotel y el barco para dormir en una pequeña isla cerca de Cat Ba Islan.
De los 15 días que pasamos en Vietnam nos queda un sabor agridulce, sacan lo peor de uno mismo. Tuvimos demasiadas discusiones por dinero, hasta el punto que una vez fue necesario llamar a la policía en una ocasión, algo que en ningún país del sudeste asiático nos había pasado.
¡¡¡VOLVEMOS A LAOS!!!
Llegamos al hotel de Sam Neua, donde habíamos dejado la moto hacía dos semanas. “¡No sabes cuánto te hemos echado de menos!”. Bueno, primero nos tocó saltar la valla del hotel y despertar a la dueña para que nos abriera la puerta. Cansados del duro día de autobús desde Vietnam, nos fuimos a dormir con ganas de que llegara el día siguiente y poder rutear por uno de nuestros países preferidos, Laos.
Tras dos semanas, volvíamos a disfrutar de nuestra GS. Os podéis imaginar el cambio después de conducir las destartaladas Hondas SL 230 en Vietnam.
Después del caos de tráfico y gente de Vietnam, Laos era el paraíso. Además, ese día disfrutamos de una buenísima ruta hasta Nong Khiaw, donde llegamos casi anocheciendo. Nos alojamos en las mismas cabañas con vistas al río en las que habíamos estado hace unas semanas.
Nos habían hablado de un pequeño pueblo, Muang Noi, al que sólo se puede llegar por el río, así que al día siguiente nos embarcamos en un pequeño bote-bus que nos llevó hasta allí. La tranquilidad era total, no había vehículos a motor y sólo una calle principal de tierra donde transcurre la vida del pueblo. Una pequeña y básica cabaña con vistas al río fue más que suficiente para disfrutar de Muang Noi.
Al día siguiente en el bote de vuelta a Nong Khiaw, conocimos a Robbin, escritor inglés que estaba de vacaciones en Laos. Hablaba español perfectamente porque había pasado largas temporadas en Latinoamérica y nos entretuvo contándonos historias de sus libros.
Después de volver a pasar por Luang Prabang, comenzamos a dirigirnos al sur, dirección Camboya. Primera parada, Van Vieng, curioso lugar donde la mayor atracción es el tubing, es decir, descender por el río en una cámara de vehículo como flotador; la mayoría lo hacen acompañando la excursión con grandes dosis de alcohol.
En Van Vieng había muchas guesthouses, hoteles, restaurantes y tiendas, era un pueblo para backpackers, el turismo lo había transformado y era muy distinto al resto de Laos. Esto siempre tiene ventajas, buenos precios y calidad aceptable por la competencia que hay entre negocios, pero también desventajas, porque empiezas a ver a mucha gente joven que sólo busca fiesta (en plan Benidorm). Parece ser que hace poco había habido una redada policial y militar por temas de drogas, y es que todos los años desparecía gente haciendo tubing por el estado en el que descendían subidos en el flotador. Si os lo preguntáis, nosotros no hicimos tubing en los dos días que estuvimos.
Una persona nos comentó que, hacía unos días, muchas BMW estuvieron por allí. Investigué y descubrí que BMW Motorrad había elegido Laos como escenario para el vídeo de la nueva GS de agua. ¡Una pena no haber coincidido con ellos! Sin duda, habían elegido muy buen sitio.
Seguimos rumbo sur. Ubicada a orillas del río Mekong, Vientiane es la capital de Laos. Con menos de 250.000 habitantes es casi tan tranquila como el resto del país. Es un ejemplo de ciudad clásica indochina de finales del siglo XIX.
Laos es el país que ha sufrido el mayor bombardeo de toda la historia. Desde el final de la guerra de Vietnam, más de 12.000 personas han sido víctimas de bombas que no explotaron cuando fueron lanzadas hace más de 40 años, haciéndolo mucho tiempo después. En Vientiane nos recomendaron visitar el Cope Center (www.copelaos.org) y la verdad es que nos impactó mucho. Es una organización sin ánimo de lucro que se dedica a ayudar a las víctimas que han sufrido los efectos de estas bombas. Impactantes videos y duro ver y escuchar lo que nos contaban algunas de las víctimas.
Nos hubiéramos quedado más tiempo en Vientiane pero teníamos ganas de moto, así que nos dirigimos a Kong Lo Cave, 300 kilómetros de ruta, perfecta de carretera de curvas y paisajes muy auténticos. Por suerte para nosotros, Laos no atrae mucho turismo de momento, eso hace que en sitios como la cueva de Kong Lo estuviéramos prácticamente solos. Hicimos la travesía en bote de madera a motor tardando 45 minutos en cruzar los 8 kilómetros de longitud. En algunos pasos la cueva tenía 100 metros de ancho. Una pasada de experiencia. Seguíamos dirección sur hacia Camboya, con la temperatura subiendo a medida que abandonábamos las zonas de montaña del norte de Laos.
Dirección Thakse sabíamos que nos esperaban algunos tramos off road y decidimos arrancar pronto por la mañana. Al final no eran zonas muy complicadas y llegamos pronto a una guesthouse que nos recomendaba la Lonely Planet. Opción buena, bonita y barata. Allí conocimos a Juan y Silvia, él español y ella italiana, buena gente que ahora viven en Sidney y que esperamos verles de nuevo en unos meses.
Para seguir bajando había dos opciones a decidir en Savannakhet, la carretera 13 o la 23. Según los mapas, las dos eran igual de relevantes pero no fue así. Nos decidimos por la ruta 23 ya que Tat Lo era nuestro destino y pasaba por allí. Fue poner rumbo este hacia Vietnam y empezar los agujeros en la carretera. Cuando circulas con una moto que sumando todo son más de 500 kilos, es importante tomárselo con calma, porque uno de esos agujeros puede suponer destrozar el neumático, la llanta o, peor, un accidente.
Cuando ya habíamos avanzado bastante, paramos a comer y preguntamos por la carretera a Salavan. La cara de una señora nos puso en alerta: “Daos la vuelta, porque no existe esa carretera”. “¿Cómo?”, pensamos. Preguntamos a un hombre y éste nos dijo que sí había, pero no asfaltada. Bueno, esa respuesta era mejor. Sobre el estado, ya no sabía decirnos. El problema es que sólo saben cómo están las carreteras los que viven cerca, lo cual es lógico y normal, y entonces ante las malas noticias toca o dar un ‘vueltón’ o echarle valor y probar.
Justo en la gasolinera del desvío, un local que hablaba inglés nos confirmó que era todo pista y que tardaríamos cinco horas en hacer los 120 kilómetros. “Ya será menos”, pensamos. Repusimos agua y algo de comida por lo que pudiera pasar y seguimos. Al principio, la pista estaba en buen estado e íbamos a buen ritmo: “En dos o tres horas llegamos a Salavan”, nos dijimos. Arribamos a un río con el puente destrozado. Unos niños nos indicaron que siguiéramos, que había una barcaza para cruzar. Sin duda, si hubiéramos sabido la que se nos venía encima, nos hubiéramos dado la vuelta, pero eso no se sabe hasta que estás dentro.
Después de un breve regateo, la barcaza nos cruzó los cien metros que había hasta la otra orilla. El cambio fue drástico. La pista estaba hecha mierda y por allí no pasaba gente y menos vehículos. Empezamos a circular a medias de 10 km/h: piedras enormes, subidas complicadas, ríos secos, etc. Pilar tuvo que bajarse y caminar unas cuantas ocasiones. Ya estaba claro, nos habíamos metido en un buen marrón y teníamos que salir de allí en buenas condiciones.
Llegó la noche y acampamos en… ¡¡en mitad de la nada!!. Es importante llevar siempre tienda, comida y agua si te vas a aventurar por sitios complicados o no muy transitados. Cocinamos unos macarrones y nos metimos en el saco.
A las 6:00 horas amanecimos y, después de unos cafés, vuelta a la pista. El GPS nos marcaba que Salavan estaba a 60 kilómetros, pero en línea recta. Uf, ¡a ver que nos encontrábamos! Nada más salir, tuvimos que superar varias zonas bastante complicadas. Si rompíamos algo importante, teníamos un buen lío y si nos hacíamos daño, no sé cómo íbamos a salir de allí y el hospital más cercano estaba a muchas horas, así que, conducción tranquila, ultraconservadora y sin prisas. Ante cualquier duda, bajarse, mirar y no precipitarse.
Por fin, después de cuatro horas más de duro off road con la GS, notamos que la pista iba mejorando ¡¡Yujuuuuu! Parece que íbamos a salir de ésta, se veían personas y cruzamos algún poblado en el que, al parar, todos sus habitantes nos rodeaban alucinando con la moto y con nosotros. Al llegar al asfalto, parada obligatoria para besarlo. Lo habíamos conseguido, pero había estado muy complicado. Creo que un poco más de dificultad y no habríamos podido pasar. Nos gustaría repetirlo, ¡pero con dos motos de enduro! Habíamos tardado diez horas en hacer los 120 kilómetros de pista.
Aunque ya teníamos cerca Camboya, no nos apetecía nada abandonar este país. De camino a la zona de las 4.000 islas, frontera natural entre Laos y Camboya, hicimos dos paradas, la primera noche en Ta Lo, sitio muy tranquilo con unas cataratas donde pudimos bañarnos, y la segunda noche en Champasak, junto al río Mekong. Visitamos Wat Phu, un templo cercano.
En la zona de las 4.000 islas hay tres posibles islas en las que quedarse, una grande y tranquila y las otras dos más pequeñas y más frecuentadas por mochileros. Lo teníamos claro, nos iríamos a la grande, Don Khon. Para llegar había que cruzar el Mekong y, después de mucho pensarlo, confiamos en una patera construida poniendo una plancha de madera sobre tres barcas del mismo material. Fue un momento duro cruzar, pero viendo la cara de tranquilidad del que nos llevaba, nos relajamos, aunque la idea de la GS hundiéndose planeaba por nuestras cabezas.
En Don Khon encontramos el sitio perfecto para despedirnos de Laos. Relax, días tranquilos a orillas del Mekong y algunos viajeros con los que compartir buenas conversaciones. Una visita de ida y vuelta a Don Det nos confirmó que habíamos elegido la isla adecuada. Mucho más mochilero ruidoso con ganas de fiesta allí. Y, con pena, llegó el día de abandonar Laos, un país perfecto para disfrutar de la moto, con muy buena gente, paisajes espectaculares y una infraestructura suficiente para disfrutar.
Enhorabuena!! desde GS life
Mas información en: