Por José Mª García y Pilar Moreno
TAYIKISTAN
El objetivo principal de nuestra visita a Tayikistán era rodar por la Pamir Highway, pero un mes antes de nuestra visita hubo una revuelta interna en la que murieron 42 personas, así que, después de esperar varios días, no pudimos entrar.
En este país las carreteras están en un estado lamentable y como además teníamos en mente hacer Pamir, necesitábamos cambiar las ruedas de la moto en Dushanbe. Desde España el padre de Jose nos envió los Continental TKC por correo urgente, que se supone tardaría una semana en llegarnos (por el módico precio de 250 Euros).
Nuestra sorpresa fue cuando vamos a por las ruedas a correos y nos dicen que están retenidas en Moscú. La única explicación que nos dan es que todos los envíos internacionales pasan por Rusia y desde hace 15 días no reciben correo de allí.
Esperamos durante cuatro días en la ciudad, por si llegaban noticias de las ruedas… Seguro que al leer esto te estás preguntado ¿No es más fácil comprar otras? Si, eso nos hubiera gustado, pero en Tayikistán no hay motos, por lo cual tampoco hay recambios.
Para hacer tiempo, nos dirigimos a una zona de lagos espectacular, Seven Lakes, cuatro días impresionantes para nuestros ojos y destructivos para nuestros cuerpos. Atravesamos el túnel de Anzob, unos siete kilómetros de oscuro y frío infierno, lleno de piedras y casi inundado. En la mitad nos quedamos atascados en un tremendo agujero, me baje de la moto para empujarla y el agua me llegaba casi a las rodillas.
Esa noche acampamos en el quinto lago. Al despertar unos niños muy simpáticos vinieron a darnos los buenos días, nos ayudaron a recoger la tienda y a cargar las maletas.
Después del desayuno dejamos la moto y fuimos de excursión hasta el sexto lago, donde Jose aprovecho para darse un baño. Por sus gritos al entrar en el agua, creo que estaba muy muy fría.
Volvimos a por la moto y el objetivo era llegar al séptimo y ultimo lago. Todavía no se como lo conseguimos, 2.700 metros, la BMW con dos personas y equipaje son mas de 500 kilos, las ruedas Continental Road Attack, aunque son neumáticos principalmente de asfalto, se defendieron en las pistas de montaña.
Montamos nuestro campamento y nos bañamos en el lago, ahora era yo la que gritaba de frío, ¡ajjjjjs! Ese agua estaba a punto de congelarse.
Era el momento de volver a la civilización y deshacer el camino a Dushanbe. Evitamos el túnel (el del infierno) haciendo el paso Anzob, donde el asfalto seguía ausente. Llegamos hasta los 3.377 metros. En lo alto del paso conocimos al responsable de la estación meteorológica de la zona, que nos invitó a conocer su casa. Celebraba con su mujer y un amigo el fin del ramadán. Nos ofrecieron todo tipo de comida, ahí no pude probar nada, ¡aiiiiis! No me gustaba la pinta que tenían todos esos platos y tampoco los voy a describir…. no quiero recordarlo. Tomé un té y kefír, algo de eso me sentó tan mal que por la noche me puse malita (la tercera vez en el viaje).
En Dushanbe intentamos por última vez recuperar nuestras ruedas, pero seguían en Moscú y decidimos salir hacia a Pamir para ver si era posible entrar en esa zona. En el desvío hacia Khorog nos confirmaron que el Pamir continuaba cerrado por lo que nos pusimos rumbo a Kirguistán.
KIRGUISTÁN
¡Sorpresa! Es la primera frontera donde sólo hemos tardado diez minutos en entrar, ni nos revisan el equipaje, ni hay que pagar más tasas, ni rellenar cuarenta papeles…. Además los policías muy agradables, incluso se animaron a cantarnos alguna canción de Julio Iglesias.
Este es el último país de la antigua URSS que visitamos y vamos notando como los ojos de la gente cada vez son más rasgados. Bueno, también hemos notado feas costumbres como que se pasan el día escupiendo.
Fuimos en dirección a Sary Tash, disfrutando durante kilómetros de las vistas a las montañas nevadas de Pamir. Tenemos que volver, no sabemos cuando, pero ya tenemos en mente :“Objetivo Pamir”
Nuestra primera noche en Kirguistán la pasamos en Osh, donde aprovechamos para conseguir dólares en un banco y comprar provisiones para los siguientes días.
Los lagos de Kirguistán son una pasada, el primero que visitamos fue Song Kul a 3.100 metros, acampamos una noche y otra dormimos en una yurta, cabañas típicas donde viven las familias que se dedican a criar ovejas, vacas y caballos.
Hicimos la subida por el camino más corto, que también el más complejo. Echamos mucho de menos nuestras motos de enduro, lo que hubieramos disfrutado… Algunos tramos los tuve que hacer andando, ¡auténticas trialeras!
Hubo un momento en el que Jose subió sólo una parte de la montaña. Yo tranquilamente caminaba (menuda cuesta), a lo lejos vi unos caballos. Me paré y haciendo ruidos con la boca poco a poco se acercaban a mi. Me rodearon, me miraban y finalmente me dejaron que les pudiera acariciar. Jamás he visto algo tan bonito, sus ojos… me dieron ganas de llorar al ver animales tan buenos. Me hubiera quedado varias horas con ellos.
El lago Issik Kul es mucho más grande, el cuarto más profundo del mundo. Fuimos por su costa sur hasta Karacol.
Nunca olvidaré esa noche que acampamos cerca de la orilla, entre sueños escuchaba olas muy cerca de nosotros y me desperté sobresaltada porque note mi cuerpo flotando ¡estaba segura que no era un sueño! El lago había crecido, igual que sube la marea y estábamos dentro de el. Tardé varios segundos en reaccionar. Conseguimos rescatar todo del agua y mover la tienda, después del susto tardé bastante en dormirme.
Teníamos que regresar a Osh, donde nos esperaban los moteros Annaleen y Uli con las ruedas que habían traído de Alemania para nosotros, pero fue una odisea. El neumático trasero llevaba 15.000 kilómetros, mucho peso y demasiada pista. Reventó en un tramo sin asfaltar con un hierro. Lo intentamos reparar varias veces, incluso le pusimos la cámara de un coche, ya que no encontramos recambio de moto, pero sólo aguantó 100 km.
Conseguimos que una furgoneta nos llevara hasta la capital Bishkek, pero aún nos quedaban 700 km hasta la ciudad donde estaban los alemanes con los Conti TKC.
Siempre digo que hay mucha gente buena en el mundo y tuvimos la suerte de conocer a una familia de moteros Kurdos. Nos ayudaron a localizar al ruso Dimitri (muy conocido en los foros de moteros) que tiene una GS 1150 y nos dejó la rueda de su moto para poder llegar a Osh.
Ahora si, tenemos ruedas de tacos, cambio de aceite y filtros y muchas ganas de entrar en China.
Enhorabuena!! desde GS life
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